Pregunta


¿Alguien recuerda el nombre de esta fruta de la campiña salvadoreña?
Este es el fruto de un árbol no muy grade ni muy frondoso, que crece a la orilla de los ríos y en las quebradas; con el tiempo ha ido desapareciendo y son pocos los lugares donde ahora se puede encontrar.

Historia de la conserva negra


Historia del dulce artesanal

(La conserva negra)

La elaboración de los dulces artesanales en el cantón izcanales del municipio de Santo Domingo departamento de San Vicente, se inicia aproximadamente en el año de 1930; tras una pequeña travesura de dos personas los cuales se convertirían en pioneros en la elaboración de los mismos; ellos son la señora Carmen Martínez y el señor Juan Mejía (esposos).

En una mañana fresca y alegre de aquel hermoso mes de octubre del año de 1929; la señora Carmen junto a uno de sus nietos desayunaban felizmente, cuando por su casa pasó un gran amigo de ella, su nombre era Ignacio, viajaba en su carreta y llevaba en ella una carga de dulce de panela (atado), el señor Ignacio muy contento, al verla le dio los buenos días, y después de cruzar unas palabras, se despidió con una hermosa sonrisa y le regalo unos atados de dulce, cada uno de ellos estaba envuelto en tuza y amarrado con un pedazo de mecate, este dulce se utilizaba en aquella época únicamente para endulzar algunos tipos de bebidas tales como el café, el fresco de tamarindo, la chicha, o algún bocadillo, como las torrejas, jocotes y otros.

Aquella mañana, la señora Carmen no se imagino de lo que descubriría con los dulces que don Ignacio le había regalado. Lo sucedido le recordó que su esposo le había dicho que en el pepeto (nombre de un lugar) ya estaban bonitos los ayotes y que sería bueno cocer algunos, pero lo único que les faltaba era el dulce; después de recordar aquellas palabras, y contando ya con el dulce, muy entusiasmada puso una olla con agua al fuego y al ver que su nieto ya había terminado su desayuno lo mandó a traer dos ayotes, a ese lugar que le llamaban el pepeto, este lugar se encontraba a una distancia no muy lejana de la casa.

El niño muy contento salió dando saltos y cantando hacia el lugar que le indicó la niña Carmen. habían pasado varios minutos y aquel niño nunca llegaba, la señora empezaba a sentirse desesperada, cuando de repente escuchó el saludo muy alegre de don Juan (su esposo), quien regresaba de dejar unos animales en el potrero, inmediatamente don Juan se percató de que en el fuego había una olla y preguntó “¿Carmen y quías puesta al fuego?”, ella le respondió que estaba preparando una miel con unos dulces que don Ignacio le había regalado y con ésta pensaba coser los ayotes que había mandado a traer con el cipote, pero que no se apresuraba; y su esposo le dijo que así eran todos los cipotes; ese momento Don Juan sacó un coco, de varios que traía en un costal, éstos se los había regalado un amigo allá en el campo; los comenzó a pelar, luego tomó de una mesa, un huacal de morro y vaciando el agua en él, lo ofreció a su mujer, y le dijo que no se preocupara que el cipote ya regresaría, y ella respondió : “ tenes razón viejo, ya va a venir este baboso”, agarró el huacal y empinándoselo, se bebió el agua del coco. Pasaron algunos minutos y doña Carmen se miraba desesperada, caminaba de un lado para el otro y el cipote nunca regresaba y su esposo al verla en tal situación le dijo: “mirá Carmen pa que nuestés hay desesperada caminando pa arriba y pa abajo porque no le chas un poco de coco en ves el ayote a esa miel, aver como queda, chis todos modos este indizuelo baboso ya no vino, entendélo vós sabés que todos los indisuelos son así de distráidos cuando están pequeños”.

Al escuchar la señora Carmen aquellas palabras bromistas de su esposo, la expresión de su cara cambio en un instante y dijo: “deveras que si viejo, aver como queda va, todos modos el cipote ese ya no vino con el ayote y yo ya me aburrí de tanto esperarlo. Mira viejo y porque no me partís unos cuantos cocos como vos decis pues y me le sacas la comida en lo que yo lavo la piedra pa molerlos, unque me quede algo charito, porque no pienso char asi los pedazotes.

Don Juan ya había elaborado antes algunos tipos de miel, pero nunca se imagino cómo le quedaría aquello a su esposa, pero decidió obedecer a sus peticiones; después de pasar unos minutos pelando los cocos y sacándoles la comida como se lo había dicho su mujer, se lo dejo listo para que solamente lo moliera en la piedra, y al terminar por completo, dirigiéndose a su mujer le comentó que toda la noche no había podido dormir por el cantar de los grillos y además se sentía un poco cansado, por lo que tomaría una siesta en su hamaca, la descolgó, la acomodó y luego se acostó en ella, pasado uno instantes se fue quedando dormido. Doña Carmen aprovechando la siesta de don Juan, lavó la piedra, tomó “la mano” y se puso ansiosa a moler el coco. Ya habían pasado varios minutos y la miel comenzaba a hervir, su esposo roncaba en la hamaca.

La niña Carmen al terminar de moler todo el coco, lo echó en la miel y lo dejo que siguiera su proceso de cocimiento, para aprovechar el rato, decidió barrer el patio y el corredor de la casa, mismo lugar donde se encontraba don Juan dormido en su hamaca, debajo de la cual, también se había acostado el chucho, el cual nunca se separaba de don Juan y ella para sí se decía: “este chucho baboso que nunca se sale pa juera, siempre quiere estar aquí adentro cuidando al hombre y dejando las garrapatas por todos lados, hay lo gua dejar ya que si luespanto se va despertar el hombre”. Al terminar de barrer, regresó al lugar donde se estaba cociendo la miel con el coco, pudo notar que el fuego se había apagado porque la leña ya se le había hecho cenizas, muy entusiasmada con lo que pensaba hacer, fue a traer más leña y atizando el fuego lo revivió nuevamente. “mientras el chucho se rascaba las pulgas y don Juan seguía roncando en su hamaca”, ella esperaba ansiosamente los resultados de aquella travesura y continuó barriendo.

El olor del cocimiento se hizo intenso a tal grado que el mismo despertó a don Juan, quien al percibirlo tan extraño ya que nunca lo había sentido antes, se levanto algo adormitado de su hamaca y percibió que el olor venia de la olla, la cual tenía bien fuerte el fuego, al acercarse , pudo notar que la miel estaba hirviendo, con un grito llamó a su esposa, ella al escuchar atendió rápidamente y al llegar le pregunto:

-“¿Que pasa viejo?” Y él le respondió: -“mirá mujer esta cosa ya esta hirviendo y vos no estás aquí para que la veas, a mi hasta me disperto porque esto dispide un olor bien extraño”. Y ella le dijo: -“Si viejo es que a la miel ya le che el coco molido , solo que mirá viejo yo estoy viendo que esto se está poniendo bien espeso, yo creo que hay que moverlo con algo porque se ve como que sestá pegando, mirá echarme aquella paleta, pa moverlo, pero purate”.

Después que la señora Carmen movió la miel por algunos minutos, pudo notar que cada vez se estaba endurando más y decidió quitarla del fuego, y en un huacal de morro saco una pequeña cantidad, al tenerla en el huacal notó que pronto se comenzó a endurar y al final quedo solida (como la conserva). Al ver esto don Juan, le dijo que era necesario sacar la miel en un recipiente más grande donde pudiera desplazarse con facilidad, ya que en la olla se iba a endurar por completo y no iban a poder sacarla; después de bajar la olla del fuego, le dijo la niña Carmen a don Juan:

-“Mira viejo batila con la paleta que me chaste den dioy, porque yo creo que la miel de abajo sia pegado y así también pa que se enfriye, pa que no te vayás a quemar cuando la saqués, mientras tanto te voy a buscar algo onde la podás echar” y don Juan comenzó a batir la miel nuevamente, así la miel se iba enfriando y endurando más y más en la olla.

Don Juan había trabajado antes en algunas moliendas, y podía notar que la forma en la que se enduraba la miel, al batirla, era casi igual que a la miel de la molienda, y que si seguía batiendo se enduraría por completo, por lo cual decidió en ese mismo momento echarla en una batea (bandeja de madera), tras esperar por varios minutos mientras se cuajaba y enfriaba, notaron que el aspecto de la miel mezclada con el coco era fantástica; en ese momento llegó el niño muy afligido, casi llorando y cansado, porque había corrido por todo el camino y sus manos las llevaba vacías, ya que en el pepeto los ayotes se habían terminado, y se dirigió a su abuela de la siguiente manera: -“ fijate mamita quen el pepeto ya no habían ayotes, alla men contré a don pancho y me dijo que ya todos se los habían llevado, pero yo me puse a buscar entre los matochos y al final noencontre nada y casi me muerden unos chuchos cuando venilla corriendo a avisarte”. La niña Carmen de tan contenta que se encontraba por lo que estaba haciendo con su esposo, no se recordó de todo el tiempo que lo había estado esperando y le dijo: -“no te preocupes por los ayotes Moncho todos modos ya ni los vamos a ocupar hay dejá esas carajadas, mejor vení a ver lo quemos echo con tu aguelo, mirá que a guen horas venido porque esto que estamos haciendo creo que yasta listo”. En ese momento el rostro del niño cambio rápidamente y se dirigió hacia ellos, y al ver aquello tan extraño que estaba en la batea les preguntó qué era eso y su abuela le respondió que era una travesura que habían hecho con su abuelo, el niño quedo sorprendido; y mientras les contaba con detalles lo que le había ocurrido por el camino, pasó el tiempo suficiente para que se enfriara por completo la miel en la batea, cuando el niño termino de contarles lo que le había ocurrido, don Juan tocó con el índice de su mano derecha la miel y pudo sentir que estaba completamente solida y fría, le dijo a su mujer que eso ya estaba listo, y con el machete partiría un pedazo para ver como era su sabor, y la niña Carmen le dijo que si pero que le diera también un pedazo al Moncho y a ella porque ellos también lo querían probar. Después de llevar cada quien una pequeña porción a su boca y sentir su sabor, quedaron fascinados con el exquisito sabor del dulce, algo que jamás en sus vidas habían probado, ya que ellos eran los primeros en elaborarlo; aquellas personas pasaron un día muy alegre, e invitaron a sus vecinos a saborear un poquito del dulce que en aquel día habían descubierto, que jamás olvidarían y pasaría a ser parte de sus vidas y de su comunidad.

Desde aquel día, en que la señora Carmen Martínez y el señor Juan Mejía, hicieron su travesura, fueron creándose distintos tipos de dulces, los cuales se pueden distinguir por su estilo y sabor; ésta tradición se ha venido fortaleciendo con el paso de los años; ya que ellos enseñaron a otras personas a elaborarlos, y luego éstos a sus familias, a tal grado que la elaboración del dulce artesanal, se ha convertido en el patrimonio del cantón y es comercializado en todo el territorio nacional, principalmente en las celebraciones de las fiestas patronales de las distintas ciudades y pueblos, hasta donde se desplazan los habitantes del cantón para venderlos en champas provisionales instaladas en los campos de las ferias, lo que posibilita que los salvadoreños residentes en el extranjero que visitan sus pueblos para la época de fiesta, los compren y lleven a los países donde residen, volviéndose un producto conocido internacionalmente.

Carlos Esteban Hernández Abarca

(Autor)